“Aquellos que quieren cantar siempre encuentran una canción”

Un proverbio sueco que, al igual que nuestro refranero, contiene mucha sabiduría pues nace de la experiencia vivida de diferentes generaciones.

Seguramente estaremos de acuerdo en que siempre hay algo en lo que podemos alegrarnos. Aunque también es cierto que tener pensamientos positivos ha quedado relegado casi al olvido en este último año. Muchas noticias preocupantes y dolorosas ocupan nuestro día a día y, a veces, producen el olvido de las buenas cosas que continúan ocurriendo a nuestro alrededor.

¿Es posible encontrar un poquito de felicidad aún en medio de esta situación? ¿Podemos dirigir nuestra mirada hacia algún lugar donde encontrarla?

El Salmo 119 comienza con una bienaventuranza o, lo que es lo mismo, una promesa de felicidad:

“Bienaventurados los perfectos de camino”

Es una promesa de felicidad para aquellos que están en el camino correcto, en el camino de Dios. ¿Qué significa haber encontrado este camino? Significa que hemos experimentado el amor de Dios en nuestras vidas de una forma real porque hemos recibido y sentido el perdón de nuestros pecados y somos testigos en primera línea de la obra del Espíritu Santo en nuestra vida: La capacidad de amar y de perdonar al prójimo, la renovación diaria de nuestras fuerzas, la confianza y la certeza de que Dios está con nosotros en cada momento…

“Bienaventurados los que andan en la ley de Dios”

Andar en este camino es mucho más que encontrarlo, es vivirlo, es seguir las enseñanzas de Dios en cada momento, en cada circunstancia, en cada lugar…

“Bienaventurados los que guardan sus testimonios”

Para seguir las enseñanzas de Dios es imprescindible atesorarlas y custodiarlas. Guardar sus testimonios es amar su Palabra, estudiarla, comprenderla y valorarla, no para alcanzar muchos conocimientos sino para darle utilidad en nuestro día a día; de tal modo que cualquiera que sea nuestra situación, tengamos en nuestro corazón y en nuestra mente, una palabra de Dios apropiada para nosotros. Una palabra que nos ayude a tomar decisiones, que nos consuele, quite nuestros miedos, fortalezca nuestra fe, nos ayude a descansar en Él…

“Y de todo corazón le buscan”

Es una felicidad inmensa conocer el camino, pero lo es aún más conocer al Señor del camino, conocerle estrechamente, conocerle como a un padre, mantener una relación diaria y de confianza con Él, una relación de dependencia, amistad y amor hacia Él.

Quizá hubieras pensado en otra forma diferente de conseguir la felicidad. Probablemente nombrar la salud, el trabajo, la amistad, el dinero o las vacaciones provoca una sonrisa en nuestros labios. También son fuente de felicidad, pero una felicidad efímera que, a veces, se nos escapa antes de disfrutarla…

Sin embargo hay felicidad duradera y perpetua en Dios. Una felicidad que no depende solo de mis circunstancias ni de mis emociones, sino de lo que Dios me ofrece en cada instante. Por eso te animo a encontrar su camino, a andar en él, atesorar todo lo que en él hay y buscar de corazón al Señor del camino.

Marta López Peralta

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