
Y dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque El salvará a su pueblo de sus pecados (Mateo 1:21)
La Navidad es probablemente la fiesta más esperada por todos en el calendario anual. Ninguna otra como ésta constituye una explosión de júbilo y alegría, de vivencia en familia y con los amigos, de intercambio de regalos y buenos deseos. Los grandes centros y áreas comerciales de las ciudades se llenan de personas que entran de tienda en tienda comprando desaforadamente, al reclamo de luces de colores que lo inundan todo con su bello colorido. Pero ¿A qué se debe ésta algarabía y alboroto? ¿Cuál es el motivo de tanta celebración? Me temo que la mayoría de nosotros no sabríamos dar una respuesta coherente, más allá del mundo de ilusión que el consumismo ha levantado en torno a esta festividad. No es de extrañar que, siendo una festividad de trasfondo religioso, cada vez exista una tendencia más fuerte a querer eliminárselo, dejándola carente de sentido y significado. Es necesario por tanto más que nunca, que redescubramos el verdadero mensaje de la Navidad.
¿Qué es Navidad? La Biblia nos explica su significado. Lo encontramos resumido en el versículo de cabecera: Y dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque El salvará a su pueblo de sus pecados (Mateo 1:21). Podríamos definir la Navidad como un regalo de Dios a la humanidad, mediante el cual se acerca a ella enviando a su Hijo Jesucristo al mundo, con un propósito concreto: salvar a su pueblo de sus pecados. Al contrario de lo que muchas religiones nos presentan, métodos y reglas para buscar y alcanzar a Dios, La Biblia nos muestra el esfuerzo y el deseo de Dios por buscar al hombre perdido. El ser humano está tan alejado de Dios que no puede encontrar por sí mismo el camino de retorno, ni tampoco lo desea. Está tan ocupado y entretenido viviendo para sí que no puede ver más allá de la realidad inmediata que le rodea. Y a consecuencia de ello es que nos encontramos inmersos en conflictos de todo tipo que nos arrastran a nuestra propia autodestrucción, a veces a nivel personal y otras a escala de toda la sociedad en general. Las guerras, la destrucción del planeta por su mal uso, las desigualdades (económicas, de género, raciales, etc.) no son tristemente conceptos desconocidos para ninguno de nosotros.
Navidad es la intervención de Dios en nuestro mundo para librarnos de todos estos problemas. La razón por la que existen es lo que Dios denomina pecado, literalmente, “errar el blanco”. Todos nosotros hemos fallado en el cumplimiento de los propósitos de Dios para nuestra vida. Nos hemos alejado voluntariamente de Él y el germen del mal anida en nuestro interior. Varios siglos antes del nacimiento de Jesús el profeta Isaías escribió: “Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, nos apartamos cada cual por su camino…” (Isaías 53:6) ¿Cuál es entonces la solución de Dios? Este mismo versículo nos lo aclara “…pero el Señor hizo que cayera sobre El la iniquidad de todos nosotros”. Éste “El” es el niño que nacería en Belén, Jesús, que viene a salvar a su pueblo de sus pecados.
En esto consiste la Navidad, Dios enviando a su Hijo al mundo para salvarnos de nuestros pecados. Precioso regalo mediante el cual Dios puede perdonar nuestro pasado, haciendo que el castigo que merecíamos fuera cargado por Cristo en la Cruz, y una vez perdonados podamos emprender una nueva vida alejados de nuestra etapa anterior. Una vida en armonía con Dios y con todos aquellos que nos rodean. Un estilo de vida que tiende puentes donde hay conflictos, que está dispuesto a perder en lo personal por el bien general, sabiendo que Dios provee de todo lo necesario.
El mensaje de la Navidad es esperanza para ti y para la humanidad, es el regalo más valioso que te pudieran ofrecer. Dios te lo ofrece hoy ¿Lo aceptarás o lo rechazarás?
Miguel Ángel Simarro Ruiz