Buscando en la red una definición de IA me ha llamado la atención esta de la compañía IBM: La inteligencia artificial aprovecha ordenadores y máquinas para imitar las capacidades de resolución de problemas y toma de decisiones de la mente humana.

Pensado en esta definición, no es de extrañar que la sociedad de a pie se ponga en modo defensa cuando pensamos en el futuro que nos espera. ¿Llegaremos un día a ser gobernados por una máquina con cerebro humano? o mejor dicho ¿veremos algún día un cuerpo humano dirigido por el cerebro de una máquina? Si la IA se nutre de sí misma para resolver problemas como las máquinas y tomar decisiones como los humanos, dónde quedamos nosotros. Al final, los humanos aprendemos mediante el ensayo y error eligiendo la opción más viable para progresar. Si la IA propone escoger la mejor opción eliminando las otras posibles, estamos en el camino de lo que muchos ya están anunciando, el camino de la extinción humana. Y por qué, porque el ser humano no es perfecto en sus decisiones y este elemento es un elemento no válido para la IA. Por lo cual, el ser humano acabaría siendo eliminado de la ecuación y tratado simplemente como material defectuoso o residual.

Pero ¿tiene la Biblia algo que decir al respecto? En el libro de Proverbios 9: 10 encontramos una definición de lo que es la verdadera inteligencia: “El temor del Señor es el principio de la sabiduría, y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia”. Según la Biblia, la inteligencia es la capacidad de conocer a Dios. Esta capacidad no tiene solo fines cognitivos, sino que se aplica íntegramente a las decisiones que el ser humano toma todos los días. Es importante observar que esta inteligencia se basa en algo mayor para subsistir, ese algo es la sabiduría. Es decir, el temor del Señor en nuestra vida. Sin esta clase de temor -respeto, veneración, entrega, adoración… a Dios- la inteligencia bíblica perdería su significado y se convertiría en una inteligencia “artificial”. La Biblia llama a esta clase de inteligencia “necedad”. Dice el apóstol Pablo en Romanos 1: 22 “Profesando ser sabios, se hicieron necios”. O sea, personas llenas de razones para olvidar a Dios, pero sin ética ni moral para vivir como les venga en gana.

La idea que encontramos en la sociedad es que, la IA será la solución a todos nuestros problemas. Y seguro que muchos problemas ya se están resolviendo por medio de esta ciencia, pero el problema no es la IA en sí misma, sino las manos que la dirigen. Mientras que la mano que mece la IA esté lejos del temor de Dios, no cabe duda de que los valores éticos y morales serán gravemente afectados por la escasez de inteligencia verdadera.

Sin embargo, sabemos que todo esto no es nuevo. El ser humano, desde sus albores, ha intentado ser más sabio que Dios, demostrando que puede tomar mejores decisiones por sí mismo que dependiendo del consejo divino. Por tanto, la IA se puede convertir en la nueva torre de Babel en su deseo de alcanzar a Dios como el creador supremo, estableciendo un metaverso a su imagen y semejanza formado a sus gustos y necesidades.

¿Será el ser humano tan poco inteligente como para poner sus problemas y su futuro en manos de la IA? Bueno, no lo sabemos, pero el hecho de que esta ciencia ya está afectando la economía mundial nos lleva a pensar que estamos abocados a ser esclavos de un nuevo sistema de poder.

No nos olvidemos que, mucho antes de que IA existiera Dios ya nos ofreció una inteligencia superior, basada en su persona y con mejores resultados que cualquier otro invento humano. Conocer a Cristo como el Señor y Salvador es la mayor muestra no de una inteligencia artificial, sino de una inteligencia verdadera y llena de temor por Dios.

José Valero Donado

Por cierto ¿qué clase de inteligencia prefieres?